La flauta de Po-Chui
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La flauta de Po-Chui
La flauta de Po-Chui
En pleno esplendor de la dinastía T'ang, el ilustre poeta Po Chü-I lamentó estar envejeciendo. «¡Qué lástima no tener laúdes y flautas —exclamó— para aprisionar el instante!» Un mago oyó este anhelo y, como admiraba los versos del artista, tomó unas maderas, unas herramientas y unos libros mágicos y le construyó una flauta capaz de hacer lo que aquél quería. Esta anécdota, tan propia del Antiguo Oriente, era relatada por un anticuario a un posible cliente, en una tienda del barrio de San Telmo, hace pocos días. Como el vendedor notaba que el otro no le creía, fue al fondo del local y, zigzagueando entre trastos viejos pero pintorescos, regresó con una modesta antigüedad entre las manos.
—Aquí está la flauta que retiene el instante —dijo el anticuario pasándole el instrumento al escéptico—. Tóquela y verá que no miento.
El cliente, todavía con expresión de burla, se llevó la flauta a los labios y tocó.
—Aquí tiene la flauta que capta el momento —dijo el mago chino al obsequiar a Po Chü-I con la flauta—. Sóplela y verá que es verdad.
El poeta, aún incrédulo, tomó el instrumento e hizo lo que se le pedía.
—Ejem... —rezongó el cliente, viendo que el tiempo seguía su curso sin detenerse.
—Hum... —respingó Po Chü-I al ver que el tiempo, como un río, continuaba fluyendo...
El mago y el anticuario, entonces, rieron de alegría. Aquel objeto, como quedaba demostrado, conservaba para siempre incidentes fugaces.
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(Para el señor Len Chan, abuelo de joseshirov.)
En pleno esplendor de la dinastía T'ang, el ilustre poeta Po Chü-I lamentó estar envejeciendo. «¡Qué lástima no tener laúdes y flautas —exclamó— para aprisionar el instante!» Un mago oyó este anhelo y, como admiraba los versos del artista, tomó unas maderas, unas herramientas y unos libros mágicos y le construyó una flauta capaz de hacer lo que aquél quería. Esta anécdota, tan propia del Antiguo Oriente, era relatada por un anticuario a un posible cliente, en una tienda del barrio de San Telmo, hace pocos días. Como el vendedor notaba que el otro no le creía, fue al fondo del local y, zigzagueando entre trastos viejos pero pintorescos, regresó con una modesta antigüedad entre las manos.
—Aquí está la flauta que retiene el instante —dijo el anticuario pasándole el instrumento al escéptico—. Tóquela y verá que no miento.
El cliente, todavía con expresión de burla, se llevó la flauta a los labios y tocó.
—Aquí tiene la flauta que capta el momento —dijo el mago chino al obsequiar a Po Chü-I con la flauta—. Sóplela y verá que es verdad.
El poeta, aún incrédulo, tomó el instrumento e hizo lo que se le pedía.
—Ejem... —rezongó el cliente, viendo que el tiempo seguía su curso sin detenerse.
—Hum... —respingó Po Chü-I al ver que el tiempo, como un río, continuaba fluyendo...
El mago y el anticuario, entonces, rieron de alegría. Aquel objeto, como quedaba demostrado, conservaba para siempre incidentes fugaces.
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(Para el señor Len Chan, abuelo de joseshirov.)
saurau- Cantidad de envíos : 488
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