Sucias tretas en el ajedrez online (I)
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Sucias tretas en el ajedrez online (I)
Ya hablé de las trampas típicas de club, y de la imposibilidad de valerse de ellas en el ajedrez virtual, donde los caballos deben limitarse a mover en L, y los alfiles no pueden desviarse de sus diagonales, como quisieran. Pero el ser humano es incansable, al menos para la maldad, y ha encontrado la forma de introducir la suciedad en nuestro aséptico medio.
Para empezar con esta saga (que por suerte será breve, de sólo 3 o 4 entregas), les presentaré, por si no tienen el malgusto de conocerlo, al Falso Novato.
Nunca antes hemos jugado con él. Ignoramos su nivel, pero como tiene un ELO bajo o moderado, afrontamos la partida con confianza y entusiasmo.
La sucia treta (¡Oh, Mefistófeles, Príncipe de las Tinieblas!) comienza ya en la primera o segunda jugada: El rival nos informa, mediante el chat, que apenas sabe jugar, que recién hace unos meses le enseñaron, y que le tengamos, por favor, un poco de paciencia, porque le cuesta...
Por supuesto, hay variantes: Está el que hace mucho que no juega y que ya se olvidó de todo, qué pena. Y el que no entra desde hace años, y que por ende se encuentra en pésimas condiciones, al borde del esguince de muñeca...
Bien. Al inicio de la apertura, nos pregunta si está permitido avanzar un peón dos casillas, por ejemplo de la fila 2 a la 4 (habla así porque no sabe el sistema de coordenadas ni entiende ninguna notación: eso lo deja bien claro).
Sus primeras jugadas son dudosas, ajenas casi a la teoría. Pero su posición se sostiene.
Entrando al medio juego, y mientras balbucea alguna otra consulta bestial (¿Puedo enrocar estando en jaque? ¿La dama vale más que el alfil, verdad? Los peones no pueden retroceder, me dijeron, ¿es cierto?), hace la primera de una serie estremecedora de jugadas fuertísimas.
Nos quedamos helados. Todavía no calientes: por ahora helados, nomás.
Sí, contestamos, la dama vale más que el alfil, amigo... Y los peones, ejem, no, no pueden desandar su camino, aunque no les guste lo que les espera, amigo.
Mientras satisfacemos con cortesía las inquietudes del iniciado, vamos descubriendo la amarga realidad: estamos inferiores. ¡Inferiores ante uno que apenas sabe mover! Hemos hecho mal en subestimarlo, se ve. ¿Será un genio en potencia?
Nuestra esperanza es que, como todo chambón, eche a perder su excelente juego con un error grosero; por ejemplo, colgándose una pieza, calculando mal un intercambio táctico, en fin: lo típico.
Pero no, todo transcurre sin altibajos, por desgracia.
Es en el medio juego que cobramos conciencia de que, si no revertimos la situación con algún ataque estilo SWAT, con un golpe táctico arriesgado, o, en el peor de los casos, con una defensa mágica como soplada por Korchnoi, muy pronto estaremos completamente perdidos.
Entre tanto, el primerizo continúa con sus dudas teóricas:
-¿Es bueno ganar una columna, no? Yo creo que me conviene ganar ésta, la central. Sí, doblaré torres en ella. ¿Le parece que así está bien, señor?
Oh, por Dios. Las jugadas del rival son cada vez mejores. Mientras nos secamos con la manga el sudor de la frente, nos preguntamos: ¿cómo uno que apenas está aprendiendo puede mover así, como un maestro?
Intentamos aguantar sus embates, desesperados. Nos reprochamos, golpeándonos las rodillas con el puño, habernos confiado tanto... ¡Si hubiéramos sabido!
Cuando nuestro enroque ya está en ruinas, hacemos a un lado toda amabilidad y encaramos al falso novato así (sin importarnos ya que el tiempo corra):
-Ey, amigo. Me has mentido. Tu nivel... ¿No te parece excesivo para uno que recién empieza?
-¿Por qué dice eso, señor? Dije la verdad, no sé mucho, sólo hace unos meses que...
-Sí, claro, y yo me chupo el dedo.
-Bueno, quizás tuve suerte, nada más... ¿Tan bien le parezco que estoy? A mí no me lo parece. ¡Jaque!
Volvemos a la partida. Nos quedan segundos. Basta de conversaciones: es hora de salvar esto, como sea. Un perpetuo, algo así... O rezar. Sí, rezar es una buena opción. ¡Que el maldito se desconecte! ¡Que se le queme el CPU!
-Perdón, señor -nos remata-, pero creo que es mate en seis. Sí, a ver: una, dos... En seis, sí.
Mientras pulsamos la banderita blanca, y oímos cómo asciende del infierno una ola ensordecedora de aplausos, le decimos:
-Sos un sucio tramposo. Una auténtica rata de albañal, querido. Y yo un tonto, por caer en la treta del Falso Novato...
A esto, y sin perder el buen humor, sin ofenderse en lo más mínimo, el lobo con piel de cordero (de rata, más bien) se despide de nosotros con esta cantinela (anótenla: es una pieza fundamental de su sucia treta):
-No, señor, sólo tuve suerte. Fue suerte, nomás. Suerte de principiante. ¿Otra?
El talón de Aquiles de esta treta es que sólo sirve una vez, como las balas y los preservativos. No se la puede volver a usar contra la misma víctima.
No, no lo digan, ¡lo digo yo mismo, que caí en ella una vez!: Hay que ser muy pavo para creerle a un tipejo así. ¡Muy pero que muy tarado!
En la próxima les presentaré al Charleta, que gana puntos gracias a su fluidez verbal.
Para empezar con esta saga (que por suerte será breve, de sólo 3 o 4 entregas), les presentaré, por si no tienen el malgusto de conocerlo, al Falso Novato.
Nunca antes hemos jugado con él. Ignoramos su nivel, pero como tiene un ELO bajo o moderado, afrontamos la partida con confianza y entusiasmo.
La sucia treta (¡Oh, Mefistófeles, Príncipe de las Tinieblas!) comienza ya en la primera o segunda jugada: El rival nos informa, mediante el chat, que apenas sabe jugar, que recién hace unos meses le enseñaron, y que le tengamos, por favor, un poco de paciencia, porque le cuesta...
Por supuesto, hay variantes: Está el que hace mucho que no juega y que ya se olvidó de todo, qué pena. Y el que no entra desde hace años, y que por ende se encuentra en pésimas condiciones, al borde del esguince de muñeca...
Bien. Al inicio de la apertura, nos pregunta si está permitido avanzar un peón dos casillas, por ejemplo de la fila 2 a la 4 (habla así porque no sabe el sistema de coordenadas ni entiende ninguna notación: eso lo deja bien claro).
Sus primeras jugadas son dudosas, ajenas casi a la teoría. Pero su posición se sostiene.
Entrando al medio juego, y mientras balbucea alguna otra consulta bestial (¿Puedo enrocar estando en jaque? ¿La dama vale más que el alfil, verdad? Los peones no pueden retroceder, me dijeron, ¿es cierto?), hace la primera de una serie estremecedora de jugadas fuertísimas.
Nos quedamos helados. Todavía no calientes: por ahora helados, nomás.
Sí, contestamos, la dama vale más que el alfil, amigo... Y los peones, ejem, no, no pueden desandar su camino, aunque no les guste lo que les espera, amigo.
Mientras satisfacemos con cortesía las inquietudes del iniciado, vamos descubriendo la amarga realidad: estamos inferiores. ¡Inferiores ante uno que apenas sabe mover! Hemos hecho mal en subestimarlo, se ve. ¿Será un genio en potencia?
Nuestra esperanza es que, como todo chambón, eche a perder su excelente juego con un error grosero; por ejemplo, colgándose una pieza, calculando mal un intercambio táctico, en fin: lo típico.
Pero no, todo transcurre sin altibajos, por desgracia.
Es en el medio juego que cobramos conciencia de que, si no revertimos la situación con algún ataque estilo SWAT, con un golpe táctico arriesgado, o, en el peor de los casos, con una defensa mágica como soplada por Korchnoi, muy pronto estaremos completamente perdidos.
Entre tanto, el primerizo continúa con sus dudas teóricas:
-¿Es bueno ganar una columna, no? Yo creo que me conviene ganar ésta, la central. Sí, doblaré torres en ella. ¿Le parece que así está bien, señor?
Oh, por Dios. Las jugadas del rival son cada vez mejores. Mientras nos secamos con la manga el sudor de la frente, nos preguntamos: ¿cómo uno que apenas está aprendiendo puede mover así, como un maestro?
Intentamos aguantar sus embates, desesperados. Nos reprochamos, golpeándonos las rodillas con el puño, habernos confiado tanto... ¡Si hubiéramos sabido!
Cuando nuestro enroque ya está en ruinas, hacemos a un lado toda amabilidad y encaramos al falso novato así (sin importarnos ya que el tiempo corra):
-Ey, amigo. Me has mentido. Tu nivel... ¿No te parece excesivo para uno que recién empieza?
-¿Por qué dice eso, señor? Dije la verdad, no sé mucho, sólo hace unos meses que...
-Sí, claro, y yo me chupo el dedo.
-Bueno, quizás tuve suerte, nada más... ¿Tan bien le parezco que estoy? A mí no me lo parece. ¡Jaque!
Volvemos a la partida. Nos quedan segundos. Basta de conversaciones: es hora de salvar esto, como sea. Un perpetuo, algo así... O rezar. Sí, rezar es una buena opción. ¡Que el maldito se desconecte! ¡Que se le queme el CPU!
-Perdón, señor -nos remata-, pero creo que es mate en seis. Sí, a ver: una, dos... En seis, sí.
Mientras pulsamos la banderita blanca, y oímos cómo asciende del infierno una ola ensordecedora de aplausos, le decimos:
-Sos un sucio tramposo. Una auténtica rata de albañal, querido. Y yo un tonto, por caer en la treta del Falso Novato...
A esto, y sin perder el buen humor, sin ofenderse en lo más mínimo, el lobo con piel de cordero (de rata, más bien) se despide de nosotros con esta cantinela (anótenla: es una pieza fundamental de su sucia treta):
-No, señor, sólo tuve suerte. Fue suerte, nomás. Suerte de principiante. ¿Otra?
El talón de Aquiles de esta treta es que sólo sirve una vez, como las balas y los preservativos. No se la puede volver a usar contra la misma víctima.
No, no lo digan, ¡lo digo yo mismo, que caí en ella una vez!: Hay que ser muy pavo para creerle a un tipejo así. ¡Muy pero que muy tarado!
En la próxima les presentaré al Charleta, que gana puntos gracias a su fluidez verbal.
saurau- Cantidad de envíos : 488
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Localización : Siempre en la Luna
Fecha de inscripción : 20/09/2012
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
akakakaka saurau deberias escribir un libro porque mira para que yo lea todo ese post ufff paresia que yo estaba en la partida un relato excelente
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
Gracias, Luis. Ya escribí libros. Y planté árboles. Y, en cuanto a los hijos, creo no haberlos tenido, pero nunca se sabe qué hacen las mujeres con nuestros regalitos, ejem...
saurau- Cantidad de envíos : 488
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Localización : Siempre en la Luna
Fecha de inscripción : 20/09/2012
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
noooooooooooooo akakakaakakakaka venias bien y la c.....tes
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
Saurau, podes tirar un titulo de algun libro tuyo? se puede? sino pasame por privado. Me gustaria leer algo mas que un post del foro.
Gracias.
Gracias.
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
ARGENTINO, gracias por tu interés, pero mis manuscritos los tiene un agente literario español. Es un asunto complicado, y creo que me arrepiento de meterme en algo así. Si en este año no los hace andar, romperé el contrato con él y mis escritos quedarán libres. Pero prometo colgar acá algunos cuentitos, muy breves. Un editor, también de España, está estudiando la posibilidad de publicarme un libro de cuentos de terror que escribí hace muchos años. La cosa está difícil. Veré si me deja colgar acá un cuento llamado "Diabluras de un caminante anónimo". Creo que ese cuento no encaja bien en la antología que le mandé, así que no creo que surjan conflictos "legales"... Chau
saurau- Cantidad de envíos : 488
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Fecha de inscripción : 20/09/2012
Re: Sucias tretas en el ajedrez online (I)
Listo, arreglado: Colgaré un viejo tríptico llamado Variaciones Romanas, que escribí hace muchos, muchos años. No me gusta mi estilo de entonces, demasiado lugoniano, presuntuoso... ¡Pero menos me gusta el de ahora! Este escrito batió un récord en concursos literarios no ganados.
saurau- Cantidad de envíos : 488
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Localización : Siempre en la Luna
Fecha de inscripción : 20/09/2012
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